viernes, 27 de abril de 2007

El último beso

Acabo de volver a verla. La descubrí una noche a finales de diciembre de 2005 (¿por qué hay momentos que, simplemente, se te quedan grabados?), ya sabes, una de éstas que echan los jueves en La 2. Se llama El último beso, es italiana. Poco después de verla me hice con ella y desde entonces la he vuelto a ver tres o cuatro veces. Es una reflexión muy interesante sobre el amor en casi todas sus etapas. Los protagonistas son un grupo de amigos entrando en sus treinta y la película versa sobre la forma (tan distinta) que tienen de entender las relaciones, el compromiso...no me esforzaré en describirla porque no sabría hacerlo bien. Lo que puedo decirte es que de vez en cuando me va bien volver a echarle un ojo. Me gusta. Si no la has visto...consíguela o pídemela.
Estos días hace un año que visitaba a un compi en Roma. Andando por las callejuelas alrededor de la estación de Termini nos llevó a una tienda de posters de pelis. Estando en Italia, no pude resistirme y compré el de ésta. Está colgado en mi habitación para recordarme mi cita con ella un par de veces al año...hasta la próxima navegantes, gracias por seguir abordo.

domingo, 22 de abril de 2007

San Jorge '07

Acabamos de llegar. Apenas hace un momento salía de la reparadora ducha de agua fresca que me devuelve al mundo real. Ya limpio y todavía con el pelo mojado cuelgo la pañoleta y me doy cuenta de que vuelvo a morirme de ganas de colgármela al cuello.

Este fin de semana he estado en Alcázar de San Juan (en el corazón de La Mancha, como su alcalde nos dijo) celebrando una acampada con motivo de la fiesta de nuestro patrón, San Jorge. Muchísimas personas de toda Castilla La Mancha nos hemos reunido allí estos dos días. De los chicos con los que estoy (de 8 a 10 años), unos 150 creo recordar. Muchas caras nuevas, muchas formas distintas de hacer las cosas pero un mismo mensaje, una misma promesa, un mismo modo de entender el mundo.

El sábado, tras llegar y hacer el acto político de turno acampamos en un precioso parque del centro del pueblo (mi primera vez sobre césped), comimos y nos tiramos toda la tarde jugando. Luego por la noche una velada en la que nuestros niños pudieron hacer una fantástica actuación y a dormir. Esta mañana lavarnos, recoger, desayunar, unos partidillos de fútbol y la misa, la comida y un emotivo Adiós cantado en tres círculos concéntricos. Se me caían las lágrimas.

Y nuestros lobatos...impresionantes. Se han portado como campeones y nos han vuelto a recargar esas pilas que sólo ellos saben. Estoy deseando volver a verles el sábado. Hasta la próxima, buena caza y largas lunas.


Oí de una boca que admiro que un jefe scout que haya cumplido debe volver a casa roto y con ganas de cama, y que si no no habría hecho todo lo que debía. No sé si yo habré dado el máximo, pero ganas de cama...

martes, 17 de abril de 2007

Epílogo


Meses después, una comisión investigadora creada por la NASA determinaría que, durante una prueba de control totalmente rutinaria al tanque de oxígeno número 2 de la nave, unos cables de su interior quedaron pelados por haberse visto expuestos a una temperatura de 500 ºC cuando apenas estaban preparados para soportar 22 y, al accionar Swigert el ventilador del tanque una chispa lo hizo explotar, acabando con toda su capacidad operativa y la de la nave por ende. No ahondemos más.
Fin del relato. Para otra ocasión quizás os cuente alguna de las (bastantes) cosas que han quedado en el tintero, pero creo que hemos celebrado bien el aniversario de la misión. Lo dejaremos pues para ocasión más venturosa. Muchas gracias por vuestra atención, de veras. Supongo que pronto volveré con posts más normales y este blog dejará de ser monográfico. Sin embargo, siempre tendremos una ventanita a la derecha que nos recuerde estos fantásticos días de Abril de 1970 y...de 2007 por supuesto. Hasta la próxima, seguimos Navegando...

lunes, 16 de abril de 2007

17 Abril 1970

Zozobrante, la nave se dirige hacia la infernal reentrada. Como viene siendo la tónica, hay varios asuntos que mantienen ocupados a los ingenieros de tierra. Por un lado, están probando un procedimiento de reencendido para el Odyssey para devolverle el control durante la reentrada. Esta tarea de nuevo supone un reto de máxima dificultad, pues debe hacerse empleando cantidades minúsculas de energía, lo que implica prescindir de lo que no sea estrictamente esencial, y tras una temporada a temperaturas muy bajo cero todos los sistemas requerirían un buen calentón, lo que en términos energéticos supone un coste inasumible. Tendrán que tener fe y esperar que las baterías de reentrada, que tras la explosión fueron devoradas en parte por una nave desesperada den para abrir los paracaídas y asegurar un suave amerizaje.

Por otro lado, el alcance de los daños que la nave dufrió cuatro días atrás sigue siendo una incógnita. Los astronautas esperan al momento en el que suelten el módulo de servicio para comprobarlos y tomar fotos. Una vez completado el encendido del CM Swigert se dispone a accionar los dispositivos que separan ambos módulos. A la señal de Lovell, que desde el LEM y cámara en mano se prepara, acciona el conmutador y un sonido seco confirma que la separación se ha realizado. Unos segundos después, se ve al enorme cilindro dando vueltas sobre sí mismo. Plateado, brilla al Sol y se despide de la nave. De pronto, se revela la verdad. Todo un panel arrancado de cuajo por culpa de lo que ya seguro fue una explosión desde dentro del mismo. Los cables al aire y las tripas al descubierto. Menuda catástrofe. Sólo queda esperar que el escudo térmico no se haya rajado de arriba a abajo por culpa de tan violenta deflagración.

Vista del módulo de servicio. Obsérvense los daños a la derecha de la imagen

Fatigados, febriles y ya sin ganas de otra cosa más que de encomendarse a la Providencia, los atronautas se atan a sus asientos del Odyssey y sellan la escotilla del LEM. Obediente, el salvavidas hasta entonces se separa de ellos. Desde las ventanas del módulo de mando se le ve alejarse con igual grandiosidad que el módulo de servicio minutos atrás. Hasta siempre Aquarius, y muchas gracias.

El Aquarius se aleja de la nave

La nave se enfrenta al refrito de la reentrada vapuleada por las sucesivas capas de aire que cruza a lo largo de medio mundo para decelerar de 11.000 pies/s a apenas 20 km/h. El hielo que cubre el panel de control del módulo de mando sucumbe ante los 2000 ºC que soporta la capa exterior de la nave. Por sus ventanillas, sólo se ve fuego. Las comunicaciones con Houston se interrumpen por culpa de la capa de iones que cubre a la nave y que lo hacen imposible. En teoría, esta desconexión no debería llegar a tres minutos. Si se sobrepasaban los cuatro, significaría que la maltrecha nave no lo habría conseguido.

No cuatro, sino cuatro minutos y medio después, Lovell saludó de nuevo a la sala de control. Los paracaídas, abiertos, dirigen a la nave hacia un suave amerizaje. Gritos de júbilo en Houston. Puros que no pudieron encenderse por el alunizaje. La nave está a salvo.

El Odyssey ameriza suavemente sobre el Océano Pacífico


La sala de control de Houston celebra la vuelta de los astronautas


Los astronautas saludan al apearse del helicóptero en la cubierta del portaaviones USS Iwo Jima

Ex luna scientia

sábado, 14 de abril de 2007

14-16 Abril 1970


La Luna comienza a succionar a la nave, y cada vez se dibuja su silueta más cercana en las ventanas del Aquarius (a estas alturas de la historia, no recuerdo haberos dicho que ése es el nombre que le puso la tripulación a su módulo lunar). Los tres astronautas en su interior aún no pueden creerse lo que están viviendo. Por supuesto el alunizaje quedó descartado horas atrás y ahora en tierra se dedican a improvisar un nuevo plan de vuelo para su pequeña que, maltrecha, prosigue su camino.

Hay varios asuntos que requieren atención urgente: el Apollo XIII seguía en aquellos momentos una trayectoria de no-retorno libre que, de seguir así, llevaría a la nave a chocar contra la superficie de la Luna. Esto estaba así pensado a propósito para que a la hora de realizar el encendido LOI (¿recordáis?) se ahorrase algo de combustible. Puesto que este encendido ya nunca tendría lugar había que volver a la trayectoria que, como si de una piedra y una honda se tratara, empujase a la nave de vuelta a nuestro planeta. El principal problema es que, con el módulo de servicio seriamente dañado, el propulsor principal de la nave, el SPS, no podía ser utilizado. Había que recurrir al pequeño motor de descenso del LEM, originalmente diseñado para llevar a la nave a un suave alunizaje, para propulsar al coloso, lo que en principio quedaba mucho más allá de sus competencias.



Foto de la Luna desde el Apollo XIII.


Por otro lado, como dijimos, el LEM no está preparado para el régimen de consumo al que se le iba a someter, por lo que en cuanto se pudiese habría que desconectar básicamente todo, como hicieron antes arriba en el Odyssey incluyendo la calefacción, la computadora, los giroscopios...en fin, que el Apollo XIII sólo podría comprobar muy de vez en cuando que todo va bien, puesto que el control continuo de la nave, que como comprenderéis viene a ser esencial, suponía un consumo imposible de asumir. Navegar a ciegas por el espacio pasando un frío de narices controlando la nave desde el LEM (lo que Lovell diría que es como volar con un elefante a la espalda) y sin estar seguros de que fuese a valer para algo. Mala situación.

Tras realizar el encendido, la nave llega a la Luna. La trayectoria del Apollo XIII en la cara oculta es la más alta que se haya alcanzado jamás. Esto es, que los tres hombres que nos ocupan son los que más lejos de la Tierra han estado en toda la historia de la Humanidad. Durante la desconexión (la Luna de por medio impide las comunicaciones con tierra), los astronautas tienen tiempo para descansar y pensar en lo que hubiese sido poder ir ahí abajo. Tras salir de la cara oculta, nuevos retos.

Un nuevo encendido de la fase de descenso del Aquarius es necesaria. Con ella, la nave acelerará su marcha y llegará antes a la Tierra. Tras este encendido, Houston acuerda con la tripulación efectuar el recorte draconiano en el consumo de energía. Las baterías del LEM no pueden permitirse mucho más.

Sin embargo, los problemas estaban lejos de abandonar a la nave. Esta vez la tripulación se encontró con un imprevisto en forma de dióxido de carbono. Tanto el LEM como el módulo de mando depuran el aire que exalan los astronautas mediante unos cartuchos de hidróxido de litio que devuelven a la cabina aire respirable. Los cartuchos del Aquarius, a marchas forzadas, estaban comenzando a saturarse, y no podían sustituirse por los del módulo de mando porque...unos eran redondos y los otros cuadrados. Inconvenientes de la subcontratación. Así que los ingenieros de Houston tuvieron que idear un método para, con los materiales con que cuentan los astronautas ahí arriba, encajar una pieza cuadrada en un hueco redondo. De película, ¿verdad?



Foto del artilugio para acoplar los cartuchos del módulo de mando al LEM. Lo sujeta el piloto del módulo de mando Jack Swigert y una mano desconocida.

Al día siguiente, los responsables del guiado se dan cuenta de una nueva cuestión. La nave sigue navegando con rumbo equivocado. El ángulo de ataque que llevaban en ese momento haría rebotar a la nave y la escupiría fuera de la Tierra. Y es que un factor de peso no se había considerado hasta entonces. En teoría, Lovell y Haise debían haber alunizado y haber vuelto de la superficie con una cantidad considerable de rocas y polvo. Unos kilos que alteran los cálculos de trayectoria lo suficiente como para acabar en desastre. Un nuevo encendido del casi exhausto motor de la fase de descenso era necesario. Esta vez, sin embargo, había una dificultad añadida, y es que el encendido había de ser manual. Encender la computadora era un gasto del que no estaba previsto y no era posible en la situación actual.

Posiblemente el encendido más complicado que se haya llevado a cabo en la historia de la exploración espacial. A ciegas y pretendiendo una precisión considerable. Sin embargo, un entrenamiento excepcional dio sus frutos y la nave salió airosa de estos retos.

El Apollo XIII, en este momento, está en condiciones de asegurar que llegará a la reentrada. Ahora bien, quedan por resolver muchos escollos. ¿Cuánto afectó la explosión a la nave y, en particular, al escudo térmico?¿Será posible volver a encender el Odyssey tras varios días a varios grados bajo cero con la energía justita?¿Les llegarán las fuerzas a los astronautas, que llevan varios días a la misma temperatura que la nave, con apenas agua en estado líquido? En la próxima veremos.

Ex luna scientia

Mientras, todo el mundo se vuelca con los astronautas y se interesa por su suerte. Pongamos por ejemplo las plegarias del Santo Padre Pablo VI por su vuelta sanos y salvos.

viernes, 13 de abril de 2007

13 Abril 1970

La nave continúa su camino hacia la Luna sin mucho que hacer abordo. Tras una ignición de medio curso que les ponía en camino hacia su destino en nuestro satélite, la tripulación se prepara para el momento en que se produzca el alunizaje, previsto para dos días después. La retransmisión televisada a tierra (un intento de la NASA por mantener el apoyo de las masas al programa Apollo, que ya comenzaba a echar cuentas para llegar a fin de mes) había sido un auténtico espectáculo. Música ambiental, piruetas por todos lados y Fred Haise haciendo el vago en la hamaca que pretende instalar en la superficie de la Luna. Lo que los astronautas no sabían es que ninguna cadena de televisión conectó jamás con su señal en directo, según decían, un viaje a la Luna se había convertido en algo bastante rutinario. De todas formas, no hacía falta que lo supieran todavía.

Instantánea de la sala de control de Houston durante la retransmisión que sólo los ingenieros allí presentes y los familiares a sus espaldas vieron en directo. En primer término, con el pelo claro, Gene Kranz, director de vuelo.

De pronto una transmisión inundó el canal tierra-aire. Houston requería de la nave un procedimiento rutinario. Querían que activasen un dispositivo que remueve los gases en estado líquido para evitar que se "estratifiquen" y los sensores de presión y nivel envíen datos erróneos. El piloto del módulo de mando, Jack Swigert, accionó los dos conmutadores que activaban este sistema y un par de minutos después...algo extraño ocurrió. Reproduzco literalmente la conversación entre control de misión y la nave. Perdón por no traducirla.

CC: 13, we've got one more item for you, when you get a chance. We'd like you
to stir up your cryo tanks(...).

CMP: Okay.
CDR: I believe we've had a problem here.
CC: This is Houston. Say again, please.

CDR: Houston, we've had a problem. We've had a MAIN B BUS UNDERVOLT.

(CC es el oficial de comunicaciones, CMP es Swigert y CDR Lovell)

Una sacudida retorció la nave. Los tres astronautas se miraron mutamente, descubriendo igual cara de estupefacción en sus compañeros. De pronto, una luz de falta de voltaje en el Bus principal B se encendió en el panel. Lo primero en lo que pensaron fue que un micrometeorito había alcanzado a la nave, por lo que trataron, sin éxito por culpa de los nervios, cerrar la comunicación entre los dos módulos de la nave para proteger la atmósfera de aire respirable. Sin embargo, pronto aquella hipótesis quedó descartada. Si la nave se hubiese visto expuesta al vacío exterior ya estarían más que muertos.

Poco después, múltiples luces de aviso evidenciaban la crisis. El tanque de oxígeno número 2 oscilaba virulentamente, mostrando por momentos que está a máxima capacidad, como que se está vaciando vertiginosamente. Las células de combustible, productoras de la energía para la nave y del agua para la tripulación entre otros se quejaban de que no les llegaba oxígeno, uno de los compuestos principales con los que trabajan. En pocos minutos, la nave había perdido toda capacidad de seguir viva.

Y entonces lo vieron. Por las ventanas del módulo de mando una nube de cristalitos lo rodeaba todo. Efectivamente, tenían un escape. El oxígeno que debía mantenerles con vida se sangraba fuera de la nave. Más de 500 libras del gas vital se estaban virtiendo al espacio desde el seno del módulo de servicio sin posibilidad de retenerlo. Conscientes de la situación, en tierra decidieron darles la fatídica orden de echar el cierre absoluto en el Oddysey. Era oficializar una muerte anunciada. Habían perdido la Luna.

Sin embargo aún podían recurrir a algo: el comandante y el piloto del módulo lunar descendieron por el túnel comunicador hasta el LEM, ese módulo con forma de araña que os he enseñado alguna vez. Os recuerdo que sólo está preparado para actuar en solitario en las inmediaciones de la Luna, cumplir con su objetivo concreto que es alcanzar la superficie y además con sólo dos personas abordo durante un máximo de tres días. Ahora, tendría que ser el bote salvavidas para los tres durante un tiempo no inferior a cuatro días. Como os decía, Lovell y Haise debían completar el encendido de todos los sistemas del LEM, apagado en aquel momento mientras esperaba su turno de entrar en acción. Este proceso en su versión más corta viene a durar cuatro horas. Desde Houston, les aseguraron que el Oddysey no aguantaría más de quince minutos. Swigert tecleaba aceleradamente para desconectarlo todo mientras se coordinaba con sus compañeros en el módulo lunar a los que transfería los datos de guiado que debían introducir a toda velocidad en la computadora del LEM...si querían saber hacia dónde se dirigían.

No soy capaz de explicaros brevemente todo lo que suponía apagar la nave nodriza. En el módulo de mando-servicio están básicamente todos los sistemas vitales para la tripulación, el principal propulsor de la nave, la unidad de guiado en el espacio y recordemos que el módulo de mando es la única parte de la nave capaz de aguantar la reentrada. Esto es, por mucho que el LEM les valiese de momento, al final habría que volver al Oddisey y reactivarlo tras varios días apagado, a unas temperaturas desoladoramente bajas que no le hacen ningún bien a la delicada instrumentación de abordo y conseguir que volviese a funcionar con los consumibles justitos para amerizar sanos y salvos en el Océano.

Por supuesto ni en las simulaciones más macabras a las que se hubiese enfrentado un astronauta hasta entonces se planteaba una situación de este calibre. El presidente Nixon pidió números a sus asesores. De cinco, cuatro apostaron por que la tripulación moriría. Ninguno de los ingenieros que desde tierra controlaban a aquella nave moribunda tenía muchas esperanzas de que todo aquello funcionase. La carrera por la supervivencia acababa de comenzar.

Dejamos a nuestros hombres en el módulo lunar, hacinados, esperando a que las mentes eminentes del planeta tengan alguna idea genial que les salve el pellejo y muy conscientes de la gravedad de la situación. Imperturbable, la nave sigue su camino hacia la Luna mientras se desangra. Hasta la próxima.


Ex luna scientia

Fijaos en la fotografía que sacó un telescopio desde la Tierra del jaleo.



Agradecido a todos aquellos que me animan a seguir con esta historia. Aunque seáis pocos, empujáis mucho a este corazón ávido de contar. Creo que con un par de posts más y un pequeño epílogo lo tenemos todo, y ya que lo hacemos, aunque sea una cantidad ingente de lectura en muy pocos días, merece la pena aprovechar las fechas y hacerlo todo a su tiempo. Así quedará por si te apetece ahora pasar del tema y quizá más adelante seguir con ello. Y no te preocupes, que he dicho quizá, jeje. Eterna gratitud.

miércoles, 11 de abril de 2007

11 Abril 1970

La tripulación del Apollo XIII, de izqda. a dcha.
el piloto del módulo lunar Fred Haise,
el piloto del módulo de mando Jack Swigert y
el comandante James Lovell.
.
Hoy es el día. Hace treinta y siete onces de Abril. La mañana se levanta apacible en el KSC, Cabo Cañaveral (Florida). Apenas unas cuantas bandadas de aves perturban el silencio que envuelve a otro pájaro, de más de cien metros de altura que se yergue sobre la plataforma de lanzamiento. A pesar de las apariencias, la procesión va por dentro. Decenas de técnicos han estado mimando toda la noche a su niña bonita antes del despegue. Pantallas enteras de telemetría deben mantenerse en los valores adecuados para poder dar el visto bueno y así que a las 13.13 hora local (absténganse supersticiosos) los cinco motores F1 de la primera fase rujan para consumar el milagro.

Consumiendo cantidades ingentes de energía, todos los sistemas de la nave, desde el guiado hasta el control ambiental vuelven a ser revisados desde primera hora de la mañana (o quizá más estrictamente de la madrugada) para asegurarse de que no hay error posible.

Mientras, a unos pocos kilometros de allí, la tripulación se levanta al alba. Durante varios días han vivido prácticamente aislados para evitar cualquier posible contagio. Un resfriado allí arriba puede suponer una complicación crucial. Por última vez en una semana se dan una ducha, se afeitan y hacen el desayuno típico de huevos con bacon que tan malas pasadas les ha jugado a algunos tras el traqueteo del despegue. Lo próximo que coman será un paquetito poco apetecible que tendrán que hidratar antes de llevárselo a la boca...normal que hagan por tragar el desayuno continental.

Desayunando


Después de esto, comienza el ritual del suit-up. Vamos, lo que viene a ser ponerse el traje. Podría parecer tarea trivial, pero a pesar de estar rodeados por varios ayudantes la operación lleva al menos una hora. Tras ello, últimas palmaditas en el casco y a la furgoneta.

El comandante de la nave, James Lovell, durante el suit up

Lo siguiente que vean será el imponente cohete desde su base. Pensar que te van a atar en la punta y le van a dar candela no debe ser nada confortante. Sin embargo, la tripulación sonríe mientras suben en el ascensor, a apenas unos metros de la bestia. Una vez llegan arriba, entran en el módulo de mando y se despiden de los auxiliares que les atan la cintura y los hombros al asiento. Último apretón de manos y la escotilla se cierra con un chasquido. Atmósfera 60% oxígeno 40% nitrógeno para todos.

Tres horas después de esto y tras haber completado páginas de procedimientos de encendido y traqueteos por todos los lados de la bestia, el comandante coloca el conmutador Auto Secq en automático, esto es, decirle a la unidad de instrumentación que que en sus manos pone su espíritu. Un minuto después, el infierno.

Toneladas de litros de combustible se consumen por segundos. La vibración es brutal y, como por arte de magia, la nave asciende dejando tras de sí la plataforma y una densa estela de humo. Lovell, desde su asiento a la izquierda de la nave controla la altitud y verifica que la nave empieza a cabecear unos segundos después. El empuje es correcto.

Se suelta la primera fase, comienza la ignición de la segunda. El cambio de fases es muy brusco y empuja a la tripulación hacia el panel de mando, como en un frenazo de coche. De pronto, se enciende una luz. De los cinco motores, uno ha dejado de funcionar. En Houston toda la sala de control se inquieta. Sin embargo, el técnico de guiado asegura que mientras no falle otro más no hay problema. Por un momento todo el mundo tuvo un nudo en el estómago.

Ha comenzado la misión, tras el TLI, la nave ya se dirige a la Luna, hacia las llanuras de Fra Mauro.


Ex luna scientia



Espero que este formato de narración haya resultado algo más ameno. Valientes los que hayáis llegado hasta aquí.

sábado, 7 de abril de 2007

Vacaciones!

Argomaniz (Álava), Agosto 2006




Buenas a todos. Te dicen que estás de vacaciones, cierras los ojos, llenas los pulmones de aire fresco, vuelves a abrir los ojos y te quedan ya sólo dos días. Pero en fin, aquí estamos, con el corazón mucho más lejos de la rutina de lo que el calendario pueda vaticinarme.

Estos días van pasando tranquilamente, entre un par de partidas de frontón que me han dejado un dedo magullado, mucho cine, cañitas de estas que te echas con ganas con gente que te apetece, cenita en el Telepi hasta morir, preparando (demasiado poco) un examen que tengo la semana que viene y también echándole algunos ratejos a aquello de pensar, poniendo la azotea en orden y dejando que el aire entre ahí arriba, que nunca está de más y las fechas invitan.

Parece mentira que llevemos ya casi un mes navegando. No pensé que esto me fuese a salir tan fácilmente...las primeras dos líneas son las más duras. Después, vas acelerando y te descubres con medio folio escrito.

Pues nada, a seguir p'alante, que aún queda lo bueno por llegar. Esta noche, de farra a casa de una amiga y mañana atento a Il gran circo, otra de mi grandes pasiones, con la que por el momento no tengo pensado daros la brasa...por cierto, hablando de aficiones y de daros la brasa, en verdad os digo que no queda mucho para que volvamos a hablar de...ya sabéis, ¿verdad? El trabajo se nos acumula, hasta pronto y buena Pascua.

Escrito mientras escuchaba "Como abeja al panal" de Juan Luis Guerra, todo un fenómeno.

Quiéreme como te quiero a ti

dame tu amor sin medida

búscame como abeja al panal

liba la miel de mi vida.

miércoles, 4 de abril de 2007

Una postrera sonrisa

Sé que te fijabas en mí cuando te dirigías a la multitud a las orillas del lago. Ya podía haber allí miles de personas, que yo sentía cómo el mensaje iba directo a mí, a mi día a día, a mis sentires más íntimos. Por eso decidí seguirte unos días que tenía libres en la carnicería.

Corriendo me fui a casa, preparé un atillo con una muda y media hogaza de pan y volví a tu encuentro. Íbamos un montón. Conocí a gente muy simpática, que te había acompañado más veces antes y que hablaba maravillas de ti.

El sol era abrasador, y entre nosotros había mucha gente mayor y niños que necesitaban descansar. Tú te diste cuenta y buscaste una explanada en la que cupiésemos todos y donde pudiésemos tomar un pequeño almuerzo. Sin embargo, casi nadie había tenido tiempo de ir a su casa, y éramos pocos los que teníamos algo de comer.

Ya estaba a punto de partir mi hogaza entre un grupo de chavales que correteaban a mi alrededor, cuando oí tu voz pidiendo que quien tuviese algo te lo diese. Entonces yo me acerqué. No pude evitar que el corazón se me desbocase cuando apenas nos separaban un par de metros y tu mirada estaba clavada en mí. Con una sonrisa en tu cara me abrazaste, y me agradeciste el gesto. No fui capaz de articular palabra, y con una medio sonrisa nerviosa retrocedí y volví a mi sitio. A medio camino, me giré disimuladamente y vi que aún me sonreías.

Una vez sentado observé que tus discípulos andaban con unos canastos repartiendo pan y sardinas asadas para todos ¡menudo alboroto! La gente explotó de alegría, y disfrutó barbaridad con aquella comida.

Pasaron aquellos días y yo tuve que volver a mi carnicería. Hasta la rutina diaria seguían llegando destellos de tu obra. Oí decir a un grupo de hombres que habías conseguido salvar a una adúltera de la lapidación, que habías hecho andar a un paralítico, e incluso...que habías resucitado a un amigo tuyo muerto días atrás.

Y llegó la Pascua. Es la época del año más dura en mi carnicería. No paramos de sacrificar corderos y prepararlos para que las familias los asen. Así que es habitual que incluso le robemos horas al sueño para poder cubrir todos los pedidos. Sin embargo, en cuanto acabamos y después de cenar en casa como era preceptivo, marché con un amigo camino a Jerusalén, donde me dijeron que entraste entre alabanzas y gritos de júbilo. No podía perderme esta segunda oportunidad de verte.

Sin embargo, cuando llegamos a la mañana siguiente, el ambiente era bien distinto. La gente corría de un lado para otro airada, incluso algunos blandiendo largas varas. Pregunté a un anciano que de qué iba todo aquello, y me respondió que habías sido apresado y que tus seguidores estaban siendo perseguidos por toda la ciudad.

Un escalofrío me dobló el espinazo. No podía creer que fuese posible. Desconcertado, con lágrimas en los ojos y sin rumbo deambulaba por las calles. De pronto volví a encontrarme con un grupo de hombres armados. Cuando me vieron me rodearon y amenazantes me preguntaron si te había visto alguna vez o te había seguido a alguna parte. Asustado, con el corazón en un puño, te negué. Sabía que de otra manera me habrían dado una buena paliza.

Cuando volví en mí, asustado, temblando, seguía a aquel grupo con una vara en mi mano. Me había convertido en perseguidor tuyo. Llegamos a un camino abarrotado de gente. Nos dijeron que pasarías por allí, y el líder de mi grupo dijo que nos quedábamos, que no íbamos a desaprovechar la ocasión.

Entonces te vi, con una cruz al hombro. La gente te increpaba y te insultaba. Agobiado, te desplomaste. Nadie te ayudó, yo tampoco te ayudé. Legionarios que te seguían comenzaron a azotarte en el suelo. Conseguiste ponerte en pie y avanzar. Volvías a acercarte a mí, como aquella vez a la orilla del lago. Sentí la mirada del líder de mi grupo esperando mi reacción cuando pasases a mi lado.

Te escupí. Yo, días atrás maravillado por tus palabras, por tu sensibilidad y afecto hacia todo prójimo te escupí con ira, asustado por lo que pudiese pasarme si no lo hacía. Volviste tu cabeza ensangrentada hacia mí y, deteniéndote un momento, me dedicaste una postrera sonrisa...