viernes, 13 de abril de 2007

13 Abril 1970

La nave continúa su camino hacia la Luna sin mucho que hacer abordo. Tras una ignición de medio curso que les ponía en camino hacia su destino en nuestro satélite, la tripulación se prepara para el momento en que se produzca el alunizaje, previsto para dos días después. La retransmisión televisada a tierra (un intento de la NASA por mantener el apoyo de las masas al programa Apollo, que ya comenzaba a echar cuentas para llegar a fin de mes) había sido un auténtico espectáculo. Música ambiental, piruetas por todos lados y Fred Haise haciendo el vago en la hamaca que pretende instalar en la superficie de la Luna. Lo que los astronautas no sabían es que ninguna cadena de televisión conectó jamás con su señal en directo, según decían, un viaje a la Luna se había convertido en algo bastante rutinario. De todas formas, no hacía falta que lo supieran todavía.

Instantánea de la sala de control de Houston durante la retransmisión que sólo los ingenieros allí presentes y los familiares a sus espaldas vieron en directo. En primer término, con el pelo claro, Gene Kranz, director de vuelo.

De pronto una transmisión inundó el canal tierra-aire. Houston requería de la nave un procedimiento rutinario. Querían que activasen un dispositivo que remueve los gases en estado líquido para evitar que se "estratifiquen" y los sensores de presión y nivel envíen datos erróneos. El piloto del módulo de mando, Jack Swigert, accionó los dos conmutadores que activaban este sistema y un par de minutos después...algo extraño ocurrió. Reproduzco literalmente la conversación entre control de misión y la nave. Perdón por no traducirla.

CC: 13, we've got one more item for you, when you get a chance. We'd like you
to stir up your cryo tanks(...).

CMP: Okay.
CDR: I believe we've had a problem here.
CC: This is Houston. Say again, please.

CDR: Houston, we've had a problem. We've had a MAIN B BUS UNDERVOLT.

(CC es el oficial de comunicaciones, CMP es Swigert y CDR Lovell)

Una sacudida retorció la nave. Los tres astronautas se miraron mutamente, descubriendo igual cara de estupefacción en sus compañeros. De pronto, una luz de falta de voltaje en el Bus principal B se encendió en el panel. Lo primero en lo que pensaron fue que un micrometeorito había alcanzado a la nave, por lo que trataron, sin éxito por culpa de los nervios, cerrar la comunicación entre los dos módulos de la nave para proteger la atmósfera de aire respirable. Sin embargo, pronto aquella hipótesis quedó descartada. Si la nave se hubiese visto expuesta al vacío exterior ya estarían más que muertos.

Poco después, múltiples luces de aviso evidenciaban la crisis. El tanque de oxígeno número 2 oscilaba virulentamente, mostrando por momentos que está a máxima capacidad, como que se está vaciando vertiginosamente. Las células de combustible, productoras de la energía para la nave y del agua para la tripulación entre otros se quejaban de que no les llegaba oxígeno, uno de los compuestos principales con los que trabajan. En pocos minutos, la nave había perdido toda capacidad de seguir viva.

Y entonces lo vieron. Por las ventanas del módulo de mando una nube de cristalitos lo rodeaba todo. Efectivamente, tenían un escape. El oxígeno que debía mantenerles con vida se sangraba fuera de la nave. Más de 500 libras del gas vital se estaban virtiendo al espacio desde el seno del módulo de servicio sin posibilidad de retenerlo. Conscientes de la situación, en tierra decidieron darles la fatídica orden de echar el cierre absoluto en el Oddysey. Era oficializar una muerte anunciada. Habían perdido la Luna.

Sin embargo aún podían recurrir a algo: el comandante y el piloto del módulo lunar descendieron por el túnel comunicador hasta el LEM, ese módulo con forma de araña que os he enseñado alguna vez. Os recuerdo que sólo está preparado para actuar en solitario en las inmediaciones de la Luna, cumplir con su objetivo concreto que es alcanzar la superficie y además con sólo dos personas abordo durante un máximo de tres días. Ahora, tendría que ser el bote salvavidas para los tres durante un tiempo no inferior a cuatro días. Como os decía, Lovell y Haise debían completar el encendido de todos los sistemas del LEM, apagado en aquel momento mientras esperaba su turno de entrar en acción. Este proceso en su versión más corta viene a durar cuatro horas. Desde Houston, les aseguraron que el Oddysey no aguantaría más de quince minutos. Swigert tecleaba aceleradamente para desconectarlo todo mientras se coordinaba con sus compañeros en el módulo lunar a los que transfería los datos de guiado que debían introducir a toda velocidad en la computadora del LEM...si querían saber hacia dónde se dirigían.

No soy capaz de explicaros brevemente todo lo que suponía apagar la nave nodriza. En el módulo de mando-servicio están básicamente todos los sistemas vitales para la tripulación, el principal propulsor de la nave, la unidad de guiado en el espacio y recordemos que el módulo de mando es la única parte de la nave capaz de aguantar la reentrada. Esto es, por mucho que el LEM les valiese de momento, al final habría que volver al Oddisey y reactivarlo tras varios días apagado, a unas temperaturas desoladoramente bajas que no le hacen ningún bien a la delicada instrumentación de abordo y conseguir que volviese a funcionar con los consumibles justitos para amerizar sanos y salvos en el Océano.

Por supuesto ni en las simulaciones más macabras a las que se hubiese enfrentado un astronauta hasta entonces se planteaba una situación de este calibre. El presidente Nixon pidió números a sus asesores. De cinco, cuatro apostaron por que la tripulación moriría. Ninguno de los ingenieros que desde tierra controlaban a aquella nave moribunda tenía muchas esperanzas de que todo aquello funcionase. La carrera por la supervivencia acababa de comenzar.

Dejamos a nuestros hombres en el módulo lunar, hacinados, esperando a que las mentes eminentes del planeta tengan alguna idea genial que les salve el pellejo y muy conscientes de la gravedad de la situación. Imperturbable, la nave sigue su camino hacia la Luna mientras se desangra. Hasta la próxima.


Ex luna scientia

Fijaos en la fotografía que sacó un telescopio desde la Tierra del jaleo.



Agradecido a todos aquellos que me animan a seguir con esta historia. Aunque seáis pocos, empujáis mucho a este corazón ávido de contar. Creo que con un par de posts más y un pequeño epílogo lo tenemos todo, y ya que lo hacemos, aunque sea una cantidad ingente de lectura en muy pocos días, merece la pena aprovechar las fechas y hacerlo todo a su tiempo. Así quedará por si te apetece ahora pasar del tema y quizá más adelante seguir con ello. Y no te preocupes, que he dicho quizá, jeje. Eterna gratitud.

2 comentarios:

Malak dijo...

Al acabar de escribiros este post me quedan menos de seis horas para amanecer. Mi madre me mata.

Anónimo dijo...

hoy es el día en que los lobatos descubriran lo que pensamos de ellos............